¿Cómo vive un seminarista su Adviento?
- Un joven: Seminarista, ¿te puedo preguntar algo?
- Un seminarista: Por supuesto, ¿qué deseas saber?
- Un joven: ¿Cómo viven ustedes su Adviento en el Seminario? Me imagino que todo cambia, rezan de más, ¿no?
- Un seminarista: Pues mira, te cuento…
En no más de una ocasión se cree que dentro del Seminario se realizan cosas fuera de lo común, sobre todo en tiempos litúrgicos fuertes. Cuando se me dio la pregunta a redactar, he de confesar, estimado lector, que no fue fácil decidir cómo comenzar a responderla y redactarla. La realidad es que, los seminaristas y sacerdotes del equipo formador, nos esforzamos por vivir cada día en una actitud de constante escucha al Maestro, y, sobre todo de una manera más profunda, en los tiempos litúrgicos fuertes. Una actitud que debe permear todo momento del día, desde las clases hasta el momento culmen del día, la Eucaristía.
Al inicio de cada curso escolar elaboramos una meta sobre la cual trabajamos, profundizamos y crecemos a lo largo del año; éste va en la línea de la promoción vocacional. Por lo mismo, durante el actual Adviento nos hemos propuesto ir contemplado las realidades que nos envuelven, aquellos lugares donde hacemos apostolado, nuestras familias, nuestros amigos, etc. Sabemos que Dios llama, nadie ha llegado a dudar de eso, pero pareciera que no llama.
¿Por qué digo lo anterior? Es impresionante tener en la diócesis un gran número de Grupos Juveniles; llena de gozo el corazón saber que son numerosísimos los jóvenes que asisten semana tras semana a estar con el Maestro. Pero cuando llega el momento de optar por un estilo de vida, la opción verdaderamente cristiana, no pasa por su mente. Triste es que en varias ocasiones, y usted que me está leyendo no me dejará mentir, cuando termina el tiempo del joven en dicho grupo, con el paso de los años pareciera que se ha olvidado de Jesús.
No hacen falta llamados de Dios a sus hijos, hacen falta enérgicos llamantes, gente que se preocupe por incitar a querer hacerse la pregunta vocacional: ¿qué quiere Él de mí? No a todos llama a la vida sacerdotal ni religiosa, pero a todos nos llama, sin excepción alguna, a la vida de santidad. Esa es la realidad que debemos de despertar en la juventud y en todos los que nos rodean. La verdad es que los primeros promotores vocacionales deben de ser los sacerdotes y nosotros los seminaristas.
Es por eso que durante este Adviento, en particular, estaremos en un constante estado de contemplación, discerniendo acerca de qué nos ha pasado que en algunas ocasiones hemos olvidado ser llamantes y promotores vocacionales. Sí, así viviremos nuestro Adviento, para poder continuar compartiendo el motivo de nuestro despertar y nuestro sonreír, a Cristo, quién nos ha amado y llamado a compartir su vida con los demás. Sin embargo no podemos no decir que tú también eres promotor vocacional, a ti también te toca ser llamante desde el lugar en el que estés, en tu grupo juvenil, en tu familia, con tus amigos. Si te sabes amado por Cristo, estimado lector, sabes que te llama a un estilo de vida semejante al de Él, así que toma tu micrófono y sé un auténtico promotor vocacional.
-Un seminarista: ¿Respondí a tu pregunta?
-Un joven: Claro que sí, creo que me falta proponerme que al permitir nacer a Jesús en mi corazón es también para ayudar a que los demás y yo podamos descubrirnos así: amados, y sobre todo, llamados. Muchas gracias, seminarista.